Ya desperté de ese sueño en el que si me pongo unos lindos zapatos y sigo el camino de ladrillos amarillos llego a él. La vida no es un cuento de hadas, y no todo se resuelve con un vividi-vavidi-boom. Yo llegue a saltar de árbol en árbol, a ser del tamaño de un pulgar, a bailar con el áz de picas sobre las chimeneas, a viajar al país de los juguetes; llegue a columpiarme en el péndulo de un reloj; pero cuando del mismo se oyeron las doce campanadas, el país de nunca jamás, nunca jamás volvió y mi carroza se volvió a convertir en una simple calabaza. Ahora me doy cuenta de que la única bruja que habitaba la casa de caramelos era yo, de que la bestia nunca existió; como tampoco lo hicieron mis hadas flora, fauna y primavera. Recién ahora me empiezo a dar cuenta de que todo el polvo de estrellas solo eran migajas de pan desparramadas en el pasto; no tenía razón el rey Tritón.
La panza de esta ballena ya esta llena y parece un laberinto del que no puedo salir; la reina de corazones me va a cortar la cabeza. Ya mordí la manzana, y mis deseos no se van a cumplir: no voy a encontrar a mi príncipe azul, no voy a convertirme en sirena y no voy a vivir cien años. No todo es supercalifragilisticoespialidoso, las constelaciones de estrellas mienten.