Yendo al grano: escribo esto porque me voy a suicidar. Sé que parece poco ético, y más aún viniendo de mi, pero quería que luego de morirme se sepas lo mucho que te quiero, o que te quise. Ya no se si escribir en pasado, presente o futuro; ya da igual porque cuando firme esta carta, el veneno va a terminar de expandirse por mi cuerpo y caeré al piso; pero mientras éste licor agrio y suave hace efecto, me voy a dedicar a escribirte una carta a vos, mi enemigo, mi amor, mi obsesión.
Sé que desde el primer día de clases me mirás con otros ojos, que todavía hay una parte de vos que vislumbra mi belleza, que, aunque ella sea tu mayor convicción, yo no dejo de ser uno de tus objetos de deseo más preciados. Porque te conozco hasta las arrugas de las piernas que todavía no te salieron, y sé que esa mirada delincuente que me regalás todos los días es tu arma de seducción. Y me encanta que así sea, pero al mismo tiempo me perturba; es como una soga, que cada día se ajusta más a mi cuello: ahora llegó el momento de dar el salto.
Estoy profundamente segura de que esa chica a la que le entregas tu amor y tu cuerpo cada vez que los números atraviesan mi agenda, y cada vez que las estaciones se plasman en el reflejo de los árboles, es simplemente una imagen tuya, una puesta en escena que ella preparó ambiciosamente para que caigas en su red. Y eso me saca de quicio, me hace temblar de odio el saber que esa persona que amas, ni siquiera existe.
Ya no me importa si hago sufrir a alguien con esto que escribo, y sé que lo hago; pero el dolor que me hacés sentir cada día cuando te veo en los tiempos libres jugueteando entre sus manos y enredando su pelo al viento, es mayor que cualquier puñal. Porque después de que todas tus armas blancas me atravesaron hasta quedar tirada en el suelo rogando por tu locura, cualquier atisbo de compasión en mis ojos se apagó por completo.
Sé que intentando de provocar un mínimo interés en tu persona, mi flecha se patinó entre tus engaños y se ancló en otro barco, pero tengo que volver al puerto al que pertenezco, y dejar de marearme con olas que se dirigen hacia el otro punto del mapa.
Pido perdón. Perdón a él, a él que lo ilusioné, engañé y mentí; porque ahora entiendo lo que se siente, vos hiciste lo mismo conmigo: tratando de aferrarte a la realidad que ella creó para vos, también fuiste tropezándote en otros escalones. El tema es que yo ya soy un escalón pisado que forma parte de la escalera que da al cielo imaginario en el que ella te hace volar, pero ya vas a caer de esa nube cuando este escalón pisado se rompa y leas esta carta.
La cabeza me retumba, y escucho ecos de tu voz por todos lados. Sé lo que estas pensando, es una locura. Y es la primera vez que no te pifiás con tus percepciones: te amo, y eso me mata.