El fuego que corre por mis venas quema el tiempo de la espera. El corazón galopa fuerte mientras mata con sus latidos uno a uno a los órganos dilatados y tan reprimidos. Y de repente suena el eco del latido mas esperado: el latido final.
Superando poco a poco el miedo a resignarme,venciendo lentamente esas voces, voy quemando etapas. Sentada sobre mi propio cuerpo muerto me preparo para volar. Abro las alas. 180 grados que planean por si solos. Desde lo alto veo mi cuerpo que se distingue como flor marchita sobre el ataúd, y vuelo entre revuelcos como mariposa negra cuya alma se extinguió.